COPLA A LA MUERTE DE SU PADRE
COPLA A LA MUERTE DE SU PADRE

Las
Coplas por la muerte de su padre, también citadas como Coplas a la muerte del
maestre don Rodrigo o, simplemente, Las coplas de Jorge Manrique, son una
elegía escrita por Jorge Manrique en la muerte de su padre, el maestre de
Santiago Rodrigo Manrique. Escritas, al menos una parte, con posterioridad al
11 de noviembre de 1476, fecha de la muerte de Rodrigo Manrique, constituye una
de las obras capitales de la literatura española.
Esta
obra pertenece al género poético de la elegía funeral medieval o planto y es
una reflexión sobre la vida, la fama, la fortuna y la muerte con resignación
cristiana. Se inspira en los precedentes clásicos y medievales del género y en
el Eclesiastés, pero también contiene alusiones a la entonces historia reciente
de Castilla e incluso a sucesos en los que pudo estar presente el propio autor.
ESTRUCTURA DEL POEMA
El
poema se compone de 40 coplas escritas en octosílabos con versos de pie
quebrado, bajo la forma de doble sextilla de tercetos simétricos, en los que a
dos octosílabos sigue un verso corto (el pie quebrado) que puede ser
tetrasílabo, o pentasílabo si es posible hacer sinalefa con el verso anterior o
este finaliza en sílaba aguda. La doble sextilla manriqueña presenta la
siguiente disposición de las rimas: abc: abc-def: def. Esta combinación métrica
fue usada por primera vez, al parecer, por Juan de Mena y algunos otros, como
su mismo tío Diego Gómez Manrique, pero fue su sobrino Jorge quien la elevó a
la máxima categoría.
Se
pueden distinguir tres partes:
1ª
parte (coplas I-XIV): (sobre la muerte) La primera parte, compuesta por las
primeras catorce coplas, es una serie de generalizaciones filosóficas. Se trata
más de un sermón filosófico acerca de lo que debemos y no debemos hacer que de
una elegía propiamente dicha. Se caracteriza por la reflexión y las metáforas
de la vida y de la muerte, siguiendo la idea de San Agustín, fruto de su
interpretación de las ideas platónicas, de que esta vida está para usarla como
medio para la ascensión al cielo, y no para disfrutarla, así como por el uso de
un “yo poético” en primera persona del plural que pretende inculcarnos y hacer
sentir como nuestras las ideas que en el poema aparecen.
2ª parte (coplas XV-XXIV): (sobre la gente
que ya ha muerto, que ha pasado por este trance) Se da aquí una concreción de
las cuestiones teóricas antes expresadas en ejemplos de la vida reciente,
ejemplos conocidos por los potenciales lectores del poema. Empleo de la
interrogación retórica del ubi sunt( se usa para preguntar por personalidades y
bienes ya desaparecidos.) («¿dónde están?», tópico medieval que caracteriza la
segunda parte de las Coplas) con mucha frecuencia, siempre en forma de pregunta
retórica («¿qué se hicieron?», «¿cuál se para?»), y usualmente tras largas
enumeraciones, para mostrar que todas las cosas de este mundo son, al final,
perecederas, como la propia vida terrenal. Por último, una característica
interesante es que, como pretexto para concretar sus ideas, ajusta cuentas con
los enemigos del padre, empleándolos como ejemplos de lo que no debe hacerse.
3ª parte (coplas XXV-XL): (sobre su padre)
Es la parte de las Coplas que consiste en la elegía propiamente dicha, y donde
por primera vez aparece el padre, del que hasta entonces no habíamos oído
hablar. Si antes aplicaba a ejemplos de la historia reciente las cuestiones
generales propuestas en la primera parte, ahora las va a concretar en Rodrigo
de Manrique, alabando cómo en todo momento cumplió con lo que se nos ha dicho
que “debe hacerse” en las dos partes anteriores del poema. Dentro de esta
tercera parte, podemos hacer una segunda división:
Parte primera: De la copla XXV a la
XXXIII. Consiste en un retrato de la vida del padre. El “yo poético” pasa a ser
genérico. En estas coplas se ensalza al padre y a sus virtudes, haciendo
hincapié en el hecho de que cumplió como el que más con los deberes del
estamento al que pertenecía (nobleza) para tener derecho a la vida eterna.
Estos deberes consistían en la lucha contra el infiel. Un hecho curioso de esta
parte es que su última copla, la treinta y tres, acaba con una coma, no un
punto.
Parte segunda: Abarca desde la copla
XXXIV hasta la última, la XL. Podría catalogarse como una suerte de obrita
teatral, ya que Manrique cede el “yo poético” a diversos hablantes, la Muerte
(que ensalzará al padre, para que las alabanzas a éste no sean siempre puestas
en boca de Manrique), o su padre mismo. Nos muestra cómo Rodrigo de Manrique
cumple con su deber de “morir bien”, y no oponerse a los designios divinos.
Otra característica importantísima es la aparición de una “tercera vida”, la
fama, idea fundamentalmente renacentista.
Comentarios
Publicar un comentario